viernes, 22 de febrero de 2013
Dislocaión mental
Cuando leo un libro. Cuando observo individuos. Cuando algo no me gusta, o me da miedo, o... cuando recuerdo. Al admirar, cuando ese zas! me atraviesa desde abajo, cuando ( y cuanto...) me enamoro. Ahí...justo ahí se para el reloj. Entro en modo desconexión ( sí, es sin el des-) y vuelo hacia mi interior. Al pequeño mundo,mi refugio. Es paralelo y puedo ver, con los ojos, ambos a la vez; y sin embargo los sentidos se mecen en uno, en el otro rara vez. Y ahí... ahí ya no hay fin. En ese momento hierve la imaginación. Un mundo de creación. Piezas de lego, efímeras. Creación, destrucción. Creación, destrucción... Sin parar. Un mundo de diversión, alegría y color. Nubes esponjosas y seres de vapor. Todo cambia al son. A veces se vuelve triste, pero por pura tontería. Jugar a hacer mal, pero sin dañar. Es ponerte máscaras, pieles o trampas. Coger un guión, seguirlo o transformarlo en avión. Navegar en sueños por horizontes de agujeros. Para qué, dirá aquel. Pues verás amigo mío, para sentir lo que es sentir, que es lo contrario de mentir. No será pues material, sino la esencia recién nacida, parida al comenzar el día. Es teatro, es placebo, es el remedio de los cuerdos.
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